-¿Quién? ¿Ese cartero tonto? Pero si no
estás esperando una carta.
-No, pero de todas maneras es irritante. ¡Ah! -de pronto
rió y se apoyó contra mí-. Ahí está...
mira... como un escarabajo azul.
Y unimos nuestras mejillas y observamos al escarabajo azul que
empezaba a trepar.
-Querido -susurró Beatrice. Y la palabra pareció
quedar vibrando en el aire, pareció agitarse en el aire como la nota de
un violín.
-¿Qué hay?
-No sé -rio suavemente-. Una oleada de... una oleada de
afecto, supongo. -Puse mi brazo a su alrededor.
-¿No te irás volando, entonces?
Contestó suave y rápidamente: -¡No!
¡No! Por nada en el mundo. De veras que no. Adoro este lugar. Me ha
encantado estar aquí. Podría quedarme aquí años,
creo. Nunca he sido tan feliz como en estos últimos dos meses, y has sido
perfecto para conmigo, querido, de todas las formas posibles.
Era tal la felicidad... era tan extraordinario, tan sin
precedentes oiría hablar así que traté de alejarlo con una
risa.