Hay dudas de si Perón fue iniciado masón, aun cuando se tenga a
la vista un documento que lo acreditaría. Pero es seguro que tuvo ministros
enrolados en las logias como el canciller Juan Atilio Bramuglia y el
vicepresidente Alberto Teissaire, entre otros.
Una estrategia general
A pesar de lo que sostienen los masones a propósito de su
carácter apolítico, la orden ha estado presente en casi todos los movimientos
políticos liberales, independentistas y revolucionarios desde el siglo XVII
hasta ahora. No caben dudas sobre esta estrategia general de la masonería.
Ha participado en las revoluciones inglesas del siglo XVII, en
la norteamericana de 1776, en la Gran Revolución de Francia en 1789, en las dos
Comunas de París, en 1848 y 1871, en el movimiento emancipador hispanoamericano,
en la Revolución Rusa de febrero de 1917, en la Revolución Mexicana de 1910-12,
en las dos repúblicas españolas y en la lucha y resistencia antifascista.
También en el movimiento emancipador chino que estableció la
República, liderado por el masón Sun Yat Sen; junto a Benito Juárez, que impulsó
la Reforma en México y la expulsión de los franceses de tierra azteca; en la
Primavera de Praga de 1968, y brindó su apoyo a las manifestaciones en defensa
del laicismo y la educación popular en Francia en la última década.
Pero no ha sido sin contradicciones. Durante el Terror
parisino, muchos masones fueron guillotinados. Alexander Kerensky y casi todos
sus ministros, derrocados en octubre de 1917, eran masones. Como recordará León
Trotsky en sus Memorias, los masones fueron activos participantes en los
movimientos sociales y políticos contra la autocracia zarista. Fueron
ilegalizados por el comunismo, aunque se los toleró en los primeros tiempos; en
1927, según relató el ex Gran Maestre francés Robert Ambelain, precisamente el 6
de febrero de aquel año, fue descubierta la última logia regular, su presidente
fue fusilado y los demás miembros confinados a Siberia septentrional. Stalin
persiguió y ordenó el fusilamiento de decenas de miembros de las paramasónicas
logias martinistas. En 1789 y 1917 se cumplió, en este sentido, aquello que dice
que las revoluciones "se tragan a sus propios hijos".