La historia masónica
El trabajo de Pilar González Bernaldo, de la Universidad de la
Sorbona, París, es muy importante porque ha tenido a la vista archivos
nacionales y extranjeros sobre la actividad masónica en el Río de la Plata.
Trabajos como el de la investigadora González Bernaldo sirven
de base a la comprensión de una historia científica de la masonería. Son
pocos, casi diría escasos, los abordajes en este sentido. Mencionaré otros tres
autores que han trabajado con idéntica valoración: Carlos A. Mayo (La
masonería en crisis. 1902-1922); Alfonso Fernández Cabrelli (La
francmasonería en la Independencia de Hispanoamérica e Iglesia
ultramontana y masonería en la transformación de la sociedad oriental) y Ana
María Larregle (Consideraciones sobre la masonería en la Argentina.
1900-1920), trabajos desiguales pero que tendré especialmente en cuenta en
esta investigación. Asimismo, debo mencionar los aportes del intelectual
uruguayo Arturo Ardao, en particular su obra Racionalismo y positivismo en el
Uruguay.
Se choca aquí con dos escuelas historiográficas masónicas: la
escuela mítica y la escuela racionalista. Alec Melloc se ha referido en su obra
Les mythes maçonniques (París, 1974) a tres mitos masónicos recurrentes:
a) el de la tradición templaria que vincula a la Orden con el desarrollo y
trágico fin de los caballeros templarios y cátaros, exterminados brutalmente por
el papado y el monarca Felipe el Hermoso; b) el que vincula la masonería
operativa con el compagnonnage medieval, y c) las raíces masónicas casi
excluyentes de la Revolución Francesa de 1789.
La historia científica no trata de buscar leyendas
doradas a la manera de Otto Rahn, el joven intelectual alemán malogrado por su
temprana muerte, que quiso analizar el fenómeno del catarismo a través de una
leyenda y una cosmogonía mítica (Cruzada contra el Grial. La tragedia del
catarismo), ignorando el inmenso fenómeno económico-social existente en el
mediodía francés.