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Arturo colgó, abatido. Le contó a Camila lo que había conversado. –Está todo bien. Sebastián se comunica a diario con ellos. –Pero, ¿por qué no puede comunicarse directamente con nosotros? –preguntó Camila. Se dirigió a la cocina y volvió con un par de tazas de café. Se sentó frente a Canosa. –Ingeniero, usted me dijo que hay un Consulado del Chad en Barcelona y también en París. Tal vez encuentre las direcciones en el Google Map y podamos comunicarnos. Es probable que ellos nos indiquen cómo proceder. –¿Pensás que te van a atender? –No lo sé. De todas formas considero que vale la pena intentarlo. Así lo hizo. Le mostró a Canosa el lugar en donde estaba emplazada la Embajada del Chad en París, próxima al Bois de Boulogne, a metros de la avenida Foch. –Esos son unos hijos de puta, disculpe la expresión. El pueblo padece de hambruna, está considerado como uno de los países más pobres en el mundo y se dan el lujo de tener una residencia en el lugar más caro de París. Ayer estuve leyendo una nota en dónde relataba que, el año pasado, habían asesinado de un tiro en la cabeza al hijo del Presidente Déby en la afueras de París. Meses atrás lo habían detenido en una discoteca por posesión de armas de fuego y drogas –Camila, perpleja, dijo–. ¿En qué manos se encuentra ese país? Voy a intentar comunicarme con la Embajada o el Consulado. –¿Y qué vas a decirle? –Contarle a quien quiera escucharme lo que nos está pasando. Llamó al Consulado del Chad en París. Luego de insistir varias veces, finalmente, consiguió la comunicación. Una grabación la invitaba a dejar su mensaje y su número de teléfono para devolver el llamado. Buscó en la guía telefónica de París si figuraba algún otro número. No lo halló. Dejó grabado el mensaje presumiendo que nunca obtendría una respuesta. Pensó: "No debo resignarme. Voy a pedir ayuda a la Embajada Argentina en París". Cuando pudo conectarse, una voz femenina, con voz afectada, la atendió. Camila solicitó hablar con algún miembro de la Embajada. –¿Cuál es el motivo de su llamado? –preguntó la empleada. –Le explico, necesito comunicarme con el Chad y me resulta imposible. Pensé que quizás ustedes me puedan ayudar. –¿Con qué lugar? ¿Es una ville de France? –respondió con asombro la telefonista. –No. Con la República del Chad, en África. Permítame explicarle. Tengo un número de teléfono del Consulado de ese país en París, pero necesito que me atiendan personalmente. –¿Y porqué no va directamente? –Estoy llamando desde la Argentina. –¡Ay! me sacás. No comprendo lo que querés. –Quiero saber si ustedes tienen una guía de teléfonos con los consulados para saber si, entre ellos, figura un número telefónico del Chad diferente al que poseo. –Estás hablando con la Embajada Argentina, no podemos brindarte información confidencial de otros países. Gracias por comunicarte.
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Consiga Chad - El corazón muerto de África de Antonio Marotta en esta página.
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