Día 6 de febrero
Los
atardeceres, a estas alturas del invierno, se encienden en un tímido color
rosáceo y malva, por encima de las ramas
ateridas del parque de Vallellano que se enmarca, como un cuadro romántico, en
el rectángulo de mi ventana.
Nuestra hija, Julia Victoria, llegó a Madrid ayer hacia las 8.
Nosotros ya estábamos de vuelta en Córdoba. Por la noche, casi de madrugada, nos
llamó por teléfono: tenía fiebre de 39 y medio, le dolía el pecho, tosía y no
podía dormir. Le dio Julia las indicaciones de emergencia: tomar Espidifen,
leche caliente etc. Esta mañana le había bajado la fiebre, pero todavía tenía 37
y medio. Le hemos dicho que no vaya a la Guardería, donde está haciendo las
prácticas, y Julia ha cogido el Ave de las 9 para llevarla al médico y pedir que
le hagan una exploración a fondo. Es extraño que después de una semana tomando
antibióticos todavía tenga estos accesos de fiebre. Yo me he encargado de llamar
a su directora y también al Colegio de Julia.
Día 7 de febrero
En
relación a un caso que tuve que atender ayer, vengo reflexionando sobre cómo la
vida nos exige, inevitablemente, representar papeles. Esto puede sonar
a falsedad o insinceridad, pero no es así. Siempre he entendido, con Calderón de
la Barca en "El gran teatro del mundo", que todos somos
actores. Actor es el que actúa en una situación, asumiendo un
papel (un rol) y superándose para hacerlo lo mejor posible. Quiero
recordar que un famoso psicólogo americano, cuando alguien le preguntaba
¿cómo soy yo? o ¿cómo es tal persona?, respondía,
invariablemente: ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Con quién? Repito que esto no es
fingir. Es ajustarse al abanico de la realidad, desde actitudes y con
comportamientos que intentan adecuarse a las diversas circunstancias de tiempo,
de lugar o de personas. Y esto, desde las distintas necesidades de ajuste que
las variadas circunstancias vitales requieren. Si es una necesidad de seguridad,
protegiéndonos; si es necesidad de participación y comunicación, abriéndonos o
entregándonos, o por el contrario, cerrándonos y recelando, cuando las
circunstancias no están clarificadas o la situación es ambigua, o tal vez,
amenazante.