FEBRERO 2007
Día 1 de febrero
Mi
libro "Animal de deseos" lo comencé
confesando que acababa de leer "La identidad" de Milán Kundera,
y que me había encantado porque trasmite en sus páginas, casi subrepticiamente,
la sensación de cóncava levedad ("La insoportable levedad del
ser" es otra de sus novelas), esa inconsistencia cognitiva en el acto
mental del propio reconocimiento y del de "el otro"; la relatividad incluso de
la consciencia de lo que es real; la superposición en nuestra experiencia
cotidiana de lo objetivo y lo imaginario, del sueño y la realidad.
Quizás
sea eso lo que me ha motivado a iniciar este blog: darle alguna consistencia a
mi consciencia y reconocimiento a mi identidad. Me lo reconfirmo con los versos
de un soneto de M. Alcántara, que me los recuerda mi amigo, periodista y poeta,
Juan Rodríguez Ruiz:
"El que yo fui ¿por
dónde se habrá ido?
Quiero saber de mí. Es necesario
conocer a quién trato
en este diario,
escribir las memorias de mi
olvido."
Y
no quiero tampoco olvidar la reflexión de mi admirado Gerald Brennan que sirvió
de epígrafe y justificación a mi libro Viajes hacia uno
mismo:
"Lo
verdaderamente trágico de la vida es que olvidamos. Los momentos felices llegan
y se van, nuestros amigos se mueren, todo acaba por destruirse, pero eso sería
soportable si pudiéramos conservar imágenes más claras y más precisas del
pasado. La muerte verdadera es el olvido, porque si hay algo que conservamos y
atesoramos son nuestros recuerdos. Toda la sustancia de nuestra vida está en
ellos, de manera que dejar de recordar y de sentirnos afectados por nuestras
pasadas experiencias significa una disminución de nuestra
persona."