Nuestras
conversaciones en el "Ágora" nunca han tenido una unidad interna prevista de
antemano. A veces, por premuras de tiempo, la palabra-recuerdo se ha hecho
torpe. Lo previsto se ha roto en mil pedazos. Sólo nos ha quedado lo espontáneo,
hablado siempre con las razones que el corazón conoce, alentado siempre por la
presencia amiga. Porque somos plurales, somos, sencillamente, una constelación
de hombres y mujeres que, en este tiempo, hemos ido adquiriendo un sentido de
existencia. Y todo ello se ha ido volcado en estos amigables "encuentros en el
Ágora".
Yo,
que os cuento estas cosas y que visito casi todos los días el "Ágora" de Atenas,
soy José María, filósofo ya de vieja escuela, que renace a la filosofía en la
ilusión de un nuevo y recreado "peripato". Me gusta intercambiar ideas con los
amigos y, sobre todo, me alegra saber que siempre hay viajeros de un tiempo
inenarrable, en nuestra plaza pública, deseando mostrar todo lo suyo a los
amigos.
José María Carrascosa
González