Así,
desde estas actitudes y comportamientos, es como intentamos responder o
situarnos ante las expectativas de los demás sobre nosotros. Así nos defendemos
de posibles sufrimientos. Así intentamos adaptarnos a las demandas de las
realidades circundantes y preservar nuestra propia estabilidad y seguridad
existencial. Es un aprendizaje lento, evolutivo, singular que vamos realizando,
inconscientemente muchas veces, por el sistema elemental del ensayo y el
error. Los inevitables errores repercuten en nosotros de un modo
desestabilizador y doloroso, y nos movilizan a ensayar nuevas soluciones de
ajuste, que no siempre son las adecuadas y reportan nuevos errores, sufrimientos
y conflictos. Por eso, cuando mi superyóico paciente L. levanta el dedo para
sentenciarse severamente, castigándose a sí mismo, "Los errores se
pagan", yo siempre le contesto que, si queremos, los errores también se
rentabilizan.
El
que acude a la consulta del psicólogo con frecuencia está estrenando un papel
nuevo, el de necesitado de ayuda, el de enfermo o el de débil. Desde
esta actitud, y con los comportamientos verbales y gestuales correspondientes,
tratan de ajustarse y adecuarse a la nueva situación terapéutica, con el fin de
cambiar, de superarse y de sanar. También hay quien quizás pretenda, al acudir a
mi consulta, completar o afirmarse es ese papel de necesitado y débil que ya
tenían asumido desde siempre, por un erróneo ensayo de autoprotección.
Estos manifestarán siempre una sutil o descarada resistencia a cualquier
posibilidad de cambio o de mejora que les posibilite salir de esa mazmorra
de sus padecimientos en los que, a pesar de los pesares, se sienten seguros
y protegidos.
En
algunos casos, también ese papel de necesitado de ayuda entra en colisión con
otro papel autodefensivo, el de el
duro, con actitud desafiante para "no dejarse influir", con la
reiterada afirmación de que "yo no estoy enfermo", y que si acude a la
consulta es para ayudar a su pareja, o a su hijo. "que es quien
verdaderamente lo necesita."