PÓRTICO
Hoy, los amigos hemos venido al "Ágora". A nuestra
Plaza Pública. Cada mañana, cuando ya el sol alumbra las colinas de Atenas, nos
reunimos para saber las cosas de la "polis", para adquirir las mercancías
traídas de lejanos países, para escuchar palabras ajustadas y sabias. Y hemos
venido al "Ágora", porque., el "Ágora" en Atenas, en la Ciudad-Estado, es el
centro de vida ciudadana: se discuten las leyes, se decide el futuro político,
se ejercita, con la oratoria, el arte de convencer a otros ciudadanos.
La
colina de Pnyx, frente a la Acrópolis, lugar en el que está emplazada nuestra
Ágora, se ha convertido pronto en la Asamblea del pueblo. Los mercaderes se
instalan en la plaza pública. Ofrecen, en pequeños tenderetes de madera o
cañizo, todas sus mercancías. Cerca, casi a tiro de piedra, se encuentran los
templos de los dioses Hefestos, Zeus, Apolo. Y, también, cerca de esta colina de
la ciudad de Atenas, están las cortes: aquí se celebran los juicios importantes,
como aquel de Sócrates, maestro de Platón, a quien el tribunal de los cuarenta
lo condenó a beber la cicuta.
Los
ciudadanos que frecuentan el "ágora", cuentan sus experiencias, descubren
aventuras de viajes lejanos. Todo aquí se comparte con amigos. La "Hélade", en
el "Ágora", se hace nuestra "pequeña aldea"
gracias a la palabra y a la amistad nacida y madurada en los encuentros. El
"Ágora" es, por esto, la vida sin fronteras. En la amistad, construimos una
ciudad más profunda y estable. Fraguamos la cultura, la vida democrática. Casi,
sin pretenderlo, hacemos cada día más hombre y más ciudad. La vida se genera
aquí con las ideas. Y, también, con palabras.