Los gigantes
Era una casa de madera, de dos plantas, pisos de tabla,
paredes de caña i techo de cade. En los bajos funcionaba un negocio comercial i
una escribanía pública. Tenía un patio, cercado con caña guadúa picada. En la
planta alta había pocas piezas, pero espaciosas.
En el momento en que comienza esta
historia, la sala estaba alumbrada por una lámpara de kerosene que arrojaba una
luz penumbrosa. En una hamaca reposaba un joven que, por orfandad repentina i
doble, había asumido tempranamente el papel de padre de familia de varios
hermanos menores. A los lados de él, unos sentados en sillas de madera charolada
i esterilla, i otros, en el suelo, había seis niños: dos, hermanos del joven i
los otros, primos hermanos. El ambiente era de expectación. Todos estaban
pendientes de sus labios.
La cuestión era que el indicado joven,
luego de cenar, cuando no regresaba a la oficina municipal en que laboraba, a
trabajar a sobretiempo, se acostaba a leer o simplemente a reposar un rato en la
hamaca de la sala. En el último caso, generalmente era asaltado por dichos
niños, con la petición de que les narrase algún cuento. Como no era mui
abundante su bagaje en cuentos infantiles, solía inventar historias fantásticas,
que no por disparatadas eran menos sugestivas para
ellos.