He aquí, yo estoy a la puerta y llamo;
si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él,
y cenaré con él, y él conmigo.
(Ap. 3. 20)
En estas breves páginas que comenzamos a recorrer juntos hoy,
estudiaremos algunos pasajes bíblicos que tienen como eje central la Gracia de
Dios, ya que ella es el medio, el gran mecanismo que Dios, Nuestro Padre
celestial, ha dejado disponible para que disfrutemos con toda plenitud y brillo
el día que nos toca vivir.
Por eso, es mi deseo que podamos ir comprendiendo, paso a paso, el
maravilloso estándar de vida que inauguró el Señor Jesucristo cuando murió por
nosotros en el madero, donde se llevó toda cautividad, toda esclavitud que nos
impida ir a Dios con confianza, en plena certidumbre de que es un Padre que
siempre está cerca de nosotros para ayudarnos a vivir vidas victoriosas.
Jesucristo fue el hombre más maravilloso de toda la humanidad. Es
nuestro máximo ejemplo de amor, de bondad, de humildad y de obediencia a Dios, y
sus logros siguen vigentes hasta el día de hoy. Él siempre está a la puerta y
llama. Es nuestra la decisión de permitirle ingresar a nuestras vidas para, así,
comenzar a vivir días llenos de gozo, de paz, de prosperidad y de abundancia en
todas las cosas. Vidas plenas, con corazones agradecidos, basados en el inmenso
y profundo amor de Dios hacia cada uno de nosotros.
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