-Por
supuesto, sería un deleite... pero, disculpe la pregunta, ¿es Ud. francés? Me
hace dudar su acento -expresó el
alemán.
-Soy
argentino, señor. Soy nieto de franceses y ahora señor de la casa Latour
-respondió el interrogado con un dejo de
orgullo.
-¡Oh,
América! ¡Sudamérica! ¡Argentina, si, la Argentina! Pero que ya no son neutrales
¿verdad? A principios de este año estuvimos a punto de generar algunos golpes de
estado en diversos países sudamericanos, incluyendo nuestro nuevo enemigo,
Brasil. Pero la diplomacia norteamericana, valga el término, torpedeó nuestros
planes y no pudimos instalar los gauleiter en el Nuevo Mundo, creo que
eran Vargas en Brasil, un Coronel entrenado en Italia para su país y un viejo
político colombiano en la región norte, en coordinación con los mejicanos. Pero,
esto es "política" mi señor, algo que no es mi fuerte ni de mi interés. Perdón
por esta acotación que nos puede arruinar su muy placentera invitación. ¿No cree
Ud. que somos muchos? No puedo desprenderme de mi ayudante ni de mi reducida
escolta, aún cuando se supone que no corro peligro con el accionar de los
maquis, sabiendo que Laflèche y otros guerrilleros están actuando más en
la zona de... -Cortó su explicación y agregó-: Perdón, la omnipresente guerra parece que
acaparara todos los temas y nuestro propósito sería más placentero. -Sonrió
hacia su interlocutor y continuó-: Gracias por anticipado, señor. Acepto con
gusto su invitación. Pocas veces puedo tener un momento de esparcimiento o
dedicarme a la trivialidad e ingenuidad de una charla informal. Suba conmigo
atrás. Luego haré las presentaciones de mi personal, que de seguro está
extrañadísimo -como yo-, de lo que es salir de la rutina, que
presupone una travesura, una estudiantina, ¿verdad señor? -dijo casi riendo.