-Sargento, invite al caballero a acercarse -y luego, en un casi
perfecto francés y con gesto que denotaba la aristocracia natural de sus
maneras, repitió la frase en dirección a Latour, pero agregó: «por favor».
Así comenzó, en esa fresca mañana del 3 de noviembre de 1943,
una relación que cambió la Historia. El Mariscal de Campo Karl Rudolf Gerd von
Rundsted, Comandante en Jefe del denominado Grupo de Ejércitos del Oeste del
Teatro de Operaciones europeo, realizaba una de sus acostumbradas visitas de
inspección a la zona de territorio ocupado bajo su responsabilidad, en la
previsión de tener que detener cualquier intento de desembarco enemigo en la
Francia ocupada. En su fuero interno, tenía la casi certeza que los Aliados,
preparaban la invasión y en forma inminente, sobre la porción continental de
Europa, por el norte de Francia y que iban a elegir el camino más corto,
aparentemente el más fácil y directo, para irrumpir por esa parte del continente
y atacar luego el corazón de Alemania. Si su Comandante Supremo, a quién él
siempre se refería como el "cabo de Bohemia" no le asignaba mayor importancia al
área de Pas-de-Calais, no le cabía ninguna duda que esa proyectada
invasión sería por ese lugar. Para colmo, tenía que soportar el peso de la
estupidez de las opiniones de todo el entorno de Hitler, de los adulones y
serviles integrantes del OKW. Afortunadamente sabía de antemano que el
joven Mariscal, como él llamaba a Rommel, compartía en mucho su apreciación
sobre la actitud y probable idea operacional del enemigo. Erwin Rommel, bajo las
órdenes del viejo soldado, respondería ante von Rundstedt por la parte técnica y
de conducción en el supuesto frente occidental por haber sido designado para
asumir, a partir del 10 de ese mes, el cargo de Comandante del Grupo de
Ejércitos "B". Prácticamente, tendría jurisdicción desde Dinamarca hasta los
Pirineos para controlar la construcción de lo que se dio en llamar la "Muralla
del Oeste".