-Señora
-continuó von Rundsted, girando su cuerpo
hacia Chantal-, la exquisitez y oportunidad de las
viandas han sido superadas por la distinción y refinamiento de la señora de la
casa. Espero que la situación política y militar permita que retribuya en el
Chateaux de La Rochefoulcault, en La Roche-Guyon, cuanto antes, vuestro
recibimiento cordial.
-Señor, a
su disposición, pero es de preferir menos formalidad. Gracias -respondió ella, con un cabeceo de
conformidad de Claude.
Con el fuerte golpe de sus tacos, característico de los
alemanes, los presentes saludaron a los dueños de casa y al personal que les
había servido, saliendo con presteza a ocupar sus puestos en los vehículos,
cuyos conductores pusieron los motores en marcha de inmediato.
Sin mucho ruido, se formó la columna de vehículos alemanes,
volviendo por el camino que habían recorrido para llegar a la casa de Latour. El
viejo Mariscal levantó con aire cansino una mano a modo de saludo militar.
Klauss Hoffmeyer saludó en voz alta, como complemento del ademán de su
comandante. El Teniente Coronel Beck, mientras tanto, trataba infructuosamente
de restablecer una comunicación interrumpida por la estática y descargas.
Wilkendorf quedó para cerrar la marcha del grupo, con un pié en tierra y el
motor acelerándolo a intervalos con cortos giros del acelerador del manillar;
cuando los demás se adelantaron, hizo un perfecto saludo militar, enclavijó los
dientes, bajó sus antiparras y marchó hacia el frente de la columna, sin volver
la cabeza.