-Después te
cuento -y levantando la voz, continuó-: querida, te presento al Mariscal von
Rundstedt, que ha tenido la deferencia de visitarnos y comandante del área
militar o algo así -Tomándola del codo de su brazo izquierdo, más como
reverencia, se acercó con ella hacia el grupo donde estaba el Mariscal, quien
con presteza, también se dirigía a su encuentro, tras haber escuchado a Dacharry
decir:
-Madame
Latour -como si fuera un anuncio de palacio.
En un fluido francés, von Rundsted expresó el placer de
conocerla y agradeció la invitación de su marido, como también el gusto de haber
encontrado un "hobbysta" de armas antiguas. Pidió perdón por no haber tenido la
deferencia de avisar con anticipación su visita, pero eran tiempos especiales,
concluyó, justo en el momento en que regresaba Klauss Hoffmeyer, a quien
presentó.
Chantal Latour, née Auphan en 1909, en Poissy, tenía
apenas tres años menos que Claude pero parecía ser diez años menor que él. Casi
con un metro setenta de estatura, no más de cincuenta y seis kilos de peso, un
andar calmo, gestos tranquilos, denotaba en sus ojos una gran fuerza de
carácter. Dominaba cinco idiomas, incluyendo el español (había residido en
Montevideo, Uruguay) hija de un diplomático francés y conoció a su marido en
Tunuyán, Mendoza, en 1932. durante una excursión. Tras congeniar, al año
siguiente se casaron y fueron a vivir a la finca mendocina. Allá aprendió algo
de todo, en especial de viñas y vida de campo. Ella, ciudadana, parisiense,
nunca creyó que su vida daría un vuelco tal, ni que serían los Latour los
principales y únicos herederos de la fortuna de los Bouillon.