5 de Marzo
Me avisó el petiso del kiosco que hoy velan a Gladis, la esposa
del portero. Yo sabía que las ojotas le iban a jugar una mala pasada. Le insinué
varias veces que lavara las escaleras descalza, pero no quiso escuchar. No se
dejan ayudar y después es demasiado tarde.
¿Y qué esperaba? Casi cien kilos todos los días aplastando las
ojotas, metiéndolas en agua fría, baldeando la escarcha de la vereda en
invierno... Era cuestión de tiempo. Y, para peor, tres años acumulando con las
mismas ojotas. Pero ya no quiero más problemas. Si no se dejan ayudar.
Desnucada como Mariana, se murió. Y se habrán reído de ella
también los vecinos, como se rió todo el teatro cuando Marianita se cayó del
escenario. Y todavía no sé quién fue el hijo de puta que le puso las flores con
las zapatillas de danzas en el cajón.
Pilas y pilas de "accidentes caseros", pero no se dejan
ayudar.
6 de Marzo
Me lastimé la planta del derecho con un vidrio diminuto que
estaba en el zapato. No recuerdo que los mocasines estuviesen en la cocina
cuando se me resbaló el vaso.
Con eso ya pasamos a mayores, y a mi nadie me jode. La
injusticia me enerva. Los llevé a la cocina, prendí la hornalla y les quemé las
puntas plásticas de los cordones.
Por suerte, las pantuflas no me vieron. Estaban en la
habitación.