No sé qué poder los mueve, pero a través de los años pude
comprobar que lo único que parece detenerlos es romper la simetría, el
paralelismo. Operan únicamente de a dos, por lo que, rota la paridad, posponen
su misión macabra en pos de recuperar la simetría. Pero yo, que la tengo clara,
los separo todas las noches, después de cerrar con llave la puerta y chequear
que esté cerrado el gas.
Estos mocasines no me gustan. No me gusta ver que se movieron.
Los voy a tirar a la basura. Uno mañana y otro pasado.
3 de Marzo
El gordo de la zapatería me vigiló todo el tiempo. No me sacaba
un ojo de encima. Tendría que haber ido a la de siempre, en frente de la Plaza
Flores, ahí me conocen. Este gordo se debe haber pensado que me saqué los
zapatos en la entrada para hacer alguna maniobra sucia. ¡Pobre! No se imagina
que yo estaba protegiendo a sus clientes.
El viejo del bastón se estaba probando unos de cuero negro al
lado de sus zapatos usados. ¡Qué error! No me extraña que a esta altura ande con
bastón.
En cambio, las pantuflas de lana que me tejió Caty se pueden
juntar con cualquier par, que nunca les creen nada. No sé si es porque tienen
una lealtad absoluta hacia mí, pero las historias de usura y explotación que le
cuentan los izquierdos en el placard, por las noches, les deben sonar a cuento
chino.
Ellas no creen en los adoquines, los baches, o la caca de
perro. Sólo creen en el parquet suave, y me adoran.
4 de Marzo
El primer día y ya me duelen los pies. Hoy que llueve les voy a
enseñar quién es el amo.