Capítulo 1
La hija del rabino
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La muchacha no hablaba con nadie desde seis meses atrás, y no era
la simple ausencia de palabras, sino sobre todo la falta de expresividad en su
rostro y una alegría de golondrina en verano, que adornó su persona desde
siempre, extraviada desde el inicio de la enfermedad, lo que más echaban de
menos y padecían sus ancianos padres.
Era la mirada inanimada y la risa sin sentido, las palabras
rápidas y entrecortadas, producidas en un susurro y dirigidas hacia alguien
inexistente. Como si el mismo Belcebú se manifestara a través de su garganta.
Era sobre todo la compulsión a desnudarse frente a los vecinos y los asistentes
a la sinagoga que presidía su padre, y el impulso a masturbarse rabiosamente con
absoluta ausencia de inhibición. A pesar de escuchar la palabra de los libros
sagrados, que los judíos de su comunidad lanzaban en plegarías para alejar la
presencia del Maligno. Al sufrir aquellos ataques en que la locura le hacía
arrancarse las ropas, e introducir de modo soez los dedos en su boca y en todos
los orifi cios de su cuerpo, mostrando luego con
descaro sus fl uidos menstruales, excremento, saliva y mucosidades.