Segunda Parte: Las expediciones plateadas
Tras el retorno de la primera expedición se abrieron las
puertas a nuevo mundo más allá de Ciudad Plateada. Desde ese momento se hicieron
numerosas expediciones.
La segunda expedición posterior recorrió todo al norte del río
colorado, enviando embajadores a Tukmaksal, las misiones, Copay, Nueva Rosario y
Eleniak. Se exploraron zonas no investigadas por la primer expedición, tales
como gran parte de Tukmaksal y, las ciudades aliadas a él, las ciudades estado
de Ciudad Misión (población de tres mil habitantes dependiente de las misiones)
Micor, Tesner, Ciudad Hermosa, Ríorta, Ciudad Papan, Ciudad Luis y, la República
del Río. Con todas ellas se firmaron convenios.
La tercera expedición fue hacia el sur enviando embajadores a
Cilizait y explorando la República de Patago y las ciudades estado de Butchu,
Ciudad de la Cruz y Nueva Conosur, examinando también las ruinas antiguas de la
región.
Posteriormente se fundó Nueva Plateada primera colonia de la
ciudad fuera del valle.
La cuarta expedición fue a Ciudad del Infierno y fue aniquilada
por competo.
La quinta expedición fue al mismo lugar pero esta vez estaban
más preparados y pudieron permanecer encerrados en la casa de los antiguos hasta
que la campaña del general Antonio Milinesky les vino a rescatar destruyendo a
su paso el sínodo karhlistan.
Posteriormente se fundó la segunda colonia plateada: Ciudad
Dorada que se encontraba al noreste de Nueva Plateada.
La sexta expedición fue arqueológica y, partió de Ciudad
Dorada, poblado colonial de Plateada, al norte de Nueva Plateada. En ella fueron
asesinados muchos de sus miembros por los habitantes de Ciudad Divina mientras
realizaban excavaciones arqueológicas en Nueva San Juan, por lo que se le
declaró la guerra a esta ciudad y en tres días fueron derrotados, muriendo en la
batalla el sesenta por ciento de sus habitantes. La ciudad pasó a ser desde
entonces colonia de Plateada.
La séptima expedición fue más allá de los andes, nunca volvió
lo que fomentó el miedo de los plateados contra lo que existía tras las
montañas. En pocos años Plateada se había convertido de una ciudad aislada a una
potencia regional que subyugaba a cuanta nación podía abanderándose con la burda
excusa de que traía al resto del mundo mayores avances y promoviendo una
libertad que sólo consistía en cambiar los lideres feudales por partidos
políticos que eran más fácilmente dominables, todo bajo la bandera de la
libertad.