- Poco a poco, disgustado por el ambiente, fue reti rándose otra vez a su palacio. Maldecía allí a las nuevas invenciones, que le obligaban a vivir continuamente preocupado en el saneamiento económico de su casa, cuyas deudas estaban todavía a medio amortizar. En los reinados de Carlos V y de Felipe II, ¡cuanto mejor aprovechamiento tuvieran sus juveniles energías, al frente de los tercios de Flandes y de Italia, o de las huestes conquistadoras de las Indias!
¡Felices tiempos aquellos en que el
sol no se ponía nunca en los dominios del Rey
Católico!
Cansado por los tráfagos de la administración, harto del inacabable calculo de intereses y amortizaciones, penso en distraerse viajando por el extranjero. Mas desistió por entonces de la idea, en parte porque todavía no estaban loa asuntos de su casa como para delegarlos en manos de procuradores o intendentes. Seguiría pues aun en el puesto que su hermana le indicara, cumpliendo las tareas mas contrarias a su carácter generoso y altivo en aras de esa misma generosidad y esa altivez.