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Y después de una larga pausa, con una emoción que nunca, antes ni, después, le notara su hermano, había concluido:

-No me he casado yo, tal vez por que no halle un marido para mis sentimientos y mi linaje. Dios sabe que solo quería nobleza, no dinero. Pero tú, mejorada la suerte de nuestra casa y heredero de sus títulos, te encontraras un día su ocasión de poder elegir una princesa. Espero del cielo que ella exista entre la miseria y corrupción de nuestro siglo. ¿No has visto nunca crecer, pura y lozana, en montones de estiércol, una azucena blanca?

Mucho medito Pablo sobre tan excelentes advertencias. Y después de guardar durante algún tiempo el duelo que sentía por la profesión de su hermana, comenzó a frecuentar, de cuando en cuando, si no la sociedad bullanguera y aparatosa, las recepciones de Palacio, donde era bien visto por su ejemplar conducta. Allí conoció las beldades de la corte, cuyas "toilettes" y modos le chocaron, a veces hasta la indignación. Encontrábales cierta desfachatez que se le antojaba canallesca, bien distante de la casta y severa majestad de las grandes damas de otros tiempos. Llego a pensar que hallaría la esposa soñada en las soledades de provincia y hasta en otras cortes menos modernas, como las de ciertos pequeños principados de la feudal Alemania. Pero, ¡ay! Esas infantas eran generalmente herejes... ¡Y al defecto de la herejía innata, cuyo dejo subsiste aún después de la conversión, era casi preferible el defecto del modernismo parisiense, del modernismo Revolución Francesa!

Decíase que, avalorando su nobleza y señorío, la reina madre llego a insinuarle, por discreto intermediario, la proposición de que casara con la menor de las infantas reales... Él la conocía, e1 sabía de memoria, su perfil borbónico... Debió pensar si podría amarla... ¡No, nunca la amaría, a pesar de su adhesión y en respeto! ¿Cómo engañar, entonces, a una princesa real ante el altar divino? ¿No sería eso faltar doblemente su Dios y a su rey? Fue así que, según se contaba, rechazo el ofrecimiento en agradecidos y leales términos.

 
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El último grande de España de Carlos Octavio Bunge   El último grande de España
de Carlos Octavio Bunge

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