Parece que el emisario de Palacio
insistió a pesar de su negativa. Creyó que esta fuese inspirada por la modestia; y debió llegar hasta ofenderle, con su moderno estilo comercialista, encareciendo las ventajas de la alianza, como si el joven duque fuese una mercancía que se ofreciera... Esto acabo por indignarle en su íntimo y concentrado orgullo, y tan hondamente que, para terminar el enojoso asunto, dio Pablo una replica digna de los antiguos tiempos de grandeza española:
-Diga usted a su majestad la reina que, siendo yo el primer grande de España, no quiero ser el último infante.
Picado, el proponente pregunto:
-¿Es esa la última palabra del señor duque?
Pablo se encogió de hombros:
-El duque de Sandoval no tiene mas que una pa labra. Lo mismo da llamarla primera que última.
Y, diciendo esto, se puso de pie, para significar su interlocutor que habla terminado la entrevista.