Hubo unos minutos de silencio, el
niño vio que tenía el libro entre las manos y clavando los ojos en la portada
dijo:
?Veo que le gusta leer, yo estoy
leyendo el Quijote.
?Eres muy pequeño para leer ese
libro.
?Es un Quijote para
niños.
?¡Ah!
?Me encantan Sancho Panza y Don
Quijote ¿Qué hora es?
?Todavía faltan cinco minutos
para las cinco.
?Ya, es que he quedado con una
compañera del cole.
?Yo voy a la librería y después
tengo que cortarme el pelo, y los dos sitios abren a las
cinco.
Cuando los números digitales de
mi reloj marcaron las cinco, los dos nos levantamos con resolución. Yo guardé el
libro en la mochila, me la colgué a la espalda y caminé con el niño a mi
lado.
?¿Señor es usted
casado?
?No, ¿tengo aspecto de
casado?
?Sí.
?Es la primera vez que me lo
dicen.
?¿No tienes una amiga o una
novia?
?Sí, fui por la mañana a
visitarla.
?Ya ¿pero tú estás
enamorado?
?Yo sí, pero ella de mí
no.
?Vaya rollo
¿no?
?Ya lo
creo.
?Pues yo tengo treinta y dos
novias.
?¡Qué
barbaridad!
?Ya, pero es que yo soy muy
listo.
?Debes de serlo, no conozco a
nadie que tenga treinta y dos novias.
?Pues yo las
tengo.
?No lo
dudo.
El niño me estrechó la
mano.
?Adiós
señor.
?Adiós ?dije
yo.