|
|
Páginas
1
2
3
4
(5)
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
|
|
Ahora bien, como el hablar es un acto del conocer y como no existe más acto del conocer que el que hace cada sujeto hablante, dicente y cognoscente, el acto del habla es un acto creador de categorías. Las categorías que se crean en un acto de habla son distintas de las categorías de otro acto de habla. Cada una de ellas responde a unas necesidades de expresión, a un contorno y a una intención significativa. Las categorías sólo tienen realidad en el acto en el que nacen y en las circunstancias en las que acontecen. En este sentido las categorías son creación, es decir, ejecución individual de un algo necesario para llegar a conocer. Si tuviéramos que poner una precedencia en la manera de formarse la categoría, diríamos que en primer lugar la categoría es individual, creativa, fugaz y efímera, pero que fundamental y esencialmente, por tanto anterior nocionalmente a lo dicho, es un instrumento a priori de la realidad humana de desenvolverse cada ser humano entre lo que rodea, es decir, de la realidad humana del conocer. Sólo en segundo lugar, si es que cupiera hablar así, la categoría es histórica, es decir, está hecha en una lengua y formada con elementos que pertenecen a una lengua. En este sentido, todas las categorías son lingüísticas: pertenecen al lenguaje y a una lengua. De esta manera la categoría es una creación abstracta que aplicamos a realidades concretas necesariamente dispares entre sí porque éstas no se dan más que concretamente. La categoría es lo que es y la aplicamos a lo que no es más que por el lenguaje de los sentidos, haciéndolo de esta manera cosa que es. Parafraseando a Ortega podemos decir que pasamos de aquello que es por el lenguaje de los sentidos al lenguaje decidor del ser. La pretensión de los cognitivistas de hacer coincidir la cosa representada y la categoría aplicada a la misma, es falsa en sí misma. Nunca puede haber correspondencia entre un algo mental y, por consiguiente, abstracto, una creación libre y ocasional, y aquello a lo que se aplica, que antes de esta aplicación no es nada: una cosa es desde el momento que le aplicamos una categoría. Las categorías, algo mental, ni son ni pueden ser simétricas o asimétricas. Son conceptos y como tales sólo se pueden definir por su precisión y su claridad. Un concepto tiene dos caras: su cara ad intra y su cara ad extra. «Por una, el concepto pretende declararnos la verdad sobre la cosa: es la cara que mira a la realidad, por tanto, a fuera de él mismo, a fuera del pensamiento; es su cara ad extra. Por otra, el concepto consistía en su propio acotamiento como contenido mental; es su cara ad intra del pensamiento. Por aquella el concepto es o no suficientemente verdadero, es o no suficientemente conocimiento. Por esta el concepto es más o menos preciso, estricto, inequívoco, exacto; es más o menos lógos más o menos lógico o apto para que funcionen con rigor las operaciones lógicas […]. La verdad de un concepto viene a éste en su relación con las cosas; por tanto, con algo externo a él. Es una virtud extrínseca del concepto. Su precisión, en cambio, su univocidad es una virtud que el concepto tiene o no, por sí mismo, en cuanto pensamiento y sin relación a nada extrínseco».
|
|
Páginas
1
2
3
4
(5)
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
|
|
Consiga Sobre las categorías de Jesús Martínez del Castillo en esta página.
|
|
|
 |
|