Cuando esto que inventamos mentalmente lo aplicamos a la realidad (por la operación de la determinación) hablamos de cosas concretas. La realidad se nos presenta a nosotros informe y sin límites. Gracias a que conocemos y delimitamos especies, es decir, creamos categorías, podemos hacer de lo informe algo definido al que llamamos cosa. Nocionalmente, primero son las categorías, después, las cosas. Y en este acto libre y de delimitación no cabe hablar de clasificación, sino de determinación de lo ya creado. El hablante no pretende hacer una clasificación de lo que le rodea: pretende únicamente manipular lo que le rodea con la intención de liberarse o servirse de ello.
9.3. Doble tipo de creación de las categorías
Pero una cosa debemos tener en cuenta. Desde el primer momento en que nosotros o cualquier hablante empieza a reflexionar sobre las categorías, tenemos que hacer una distinción fundamental. Como estudiosos de las categorías no somos meros hablantes y como meros hablantes nadie nos garantiza que acertemos en nuestra apreciación sobre las categorías. Quiero decir con esto que una cosa es lo que el hablante hace en su utilización de la lengua en las situaciones más inverosímiles y otra muy distinta las conclusiones que saque quien estudia las categorías de los hablantes. Son dos planos distintos, el plano del hablar y el plano de la reflexión. El primero es el plano de la libertad; el segundo, el plano de la ciencia. Éste ha de ser adecuado a aquél. El primero se manifiesta en el hablar y en la conducta de los hablantes. El segundo ha de estudiar, precisamente la conducta y el comportamiento de los hablantes, comportamiento lingüístico, teniendo en cuenta que, como hablantes nosotros mismos, nuestras conclusiones han de ser distintas del saber originario que tenemos como hablantes. En ambos casos, como hablantes y como «científicos» tenemos que utilizar el lenguaje.