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Como realidades individuales y en parte sociales (es decir, lingüísticas: tradicionales, históricas, contingentes) las categorías fundamentalmente son reflejo del conocimiento que sus creadores, los hablantes, tienen sobre sí mismos y el mundo que les rodea. Constituyen la manifestación del saber originario, que para los hablantes es el conocimiento lingüístico.
9.2. Las categorías y el acto del conocer
Como realidades fabricadas las categorías responden a un acto de conocer. Gracias al invento a la vez individual y absoluto fundamentalmente, e histórico, en último lugar, de crear etiquetas con las que tratar de aproximar lo que pasa en nuestro interior a la realidad y hacerlo llegar a nuestro oyente, gracias, pues, al acto del hablar, decir y conocer, es decir, el acto según el cual nos relacionamos con lo que nos rodea, las categorías son posibles y necesarias. Las categorías, en principio, antes de su invención o elaboración no son nada que tenga existencia en sí mismas. No representan, pues, a las cosas, sino que las cosas son creadas gracias a ellas. E insisto: tanto las categorías como las cosas son creadas en el acto único de hablar, decir y conocer. Entre las categorías en sí y la aplicación de las mismas a las cosas concretas media un abismo, cuyo puente es la determinación. Las categorías por su propia naturaleza no pueden ser más que abstractas. La aplicación que hacemos de ellas a las cosas es siempre referida a un algo concreto. El abismo que media entre ambas realidades consiste en el salto que damos de lo que aprehendemos con nuestros sentidos, que es concreto por necesidad, a lo abstracto imaginativo y virtual. Aceptamos lo concreto en cuanto tal y lo hacemos abstracto. Las categorías y las cosas son una elaboración mental y lingüística de algo inventado y fabricado.
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Consiga Sobre las categorías de Jesús Martínez del Castillo en esta página.
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