¿Qué impide escuchar? Muy profundamente: el corazón susurra y
el miedo aúlla.
El corazón se conecta con el amor. La mente hasta que está
abierta al corazón es esclava del miedo, es el miedo. Se escucha bastante
que lo urgente es enemigo de lo importante, cambiemos importante por esencial,
para jugar con las palabras. Porqué mayormente lo que la mente piensa que es
importante no lo es, entonces precisamos tiempo. ¿Precisamos vivir más? El
espacio de tiempo que habitamos es tan suficiente como el aire.
Mi sensación es que vivimos apurados. Usando lugares simples,
estamos demasiado apurados escapándole al palo y corriendo detrás de la
zanahoria. El hijo superficial del miedo es la ansiedad.
¿Cuánto tiempo dedicamos por día a tratar de hacer algo o
terminar de hacerlo rápido porqué si no nos da ansiedad? Buscando terminar o
hacer eso rápido que son montones de cosas más o menos importantes, para después
tener el tiempo de no hacer nada. Cuando hay tiempo para no hacer nada, ¿Qué
tipo de nada hacemos? Es decir, ocupamos la nada con otras actividades que
llamamos descanso pero que no abren el lugar al escuchar.
El horizonte del tiempo está siempre más allá. Escuchar,
liberarse y poder elegir tiene que ser ahora. Tiene que ser el poder detenerse
ahora, no después. Es dejar de posponer lo esencial, que es escuchar, y posponer
un poco de lo no esencial, excepto, por supuesto, cuando te está por morder una
víbora venenosa o nos van a pegar un tiro. Normalmente, si pensamos por un
segundo, creo que no es difícil darse cuenta que no hay ninguna actividad en el
día que no permita detenerse por un momento y ver: uno: cuán importante es y
dos: ver cuánto la estamos realizando en aras de la ansiedad.
La ansiedad es ruido y el miedo es estruendo. La voz del
corazón del alma, del espíritu, de uno mismo, de Dios -que es lo mismo- es como
el aire, presente todo el tiempo, pero sutil, susurrante.
La respiración es un regalo. Somos respirados, no respiramos.
El escuchar-se, es una elección, requiere de un acto de decisión. Entre otras
cosas requiere el abandono de la ilusión de que querría estar en paz después. O
estoy en paz ahora o nunca, y eso toma un tiempo.