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Al bajar, decidió no tomar otro transporte y hacer a pie el camino hasta su casa. Era sábado y en Ciudadela el servicio se prestaba con menor frecuencia. Además pensó que, caminando, acaso encontrara una manera de descargar esa tremenda congoja que llevaba adentro. Desde chico había escuchado que, según enseña el tango, llorar no es cosa de hombres. Tenía ganas de hacerlo, pero también sabía que, tal como reza el precepto arrabalero, debía llorar, como lloran los machos, sin testigos.
Mientras avanzaba, con el cuerpo inclinado hacia delante, las gotas de lluvia, cada vez más frías, se iban confundiendo en sus mejillas con la tibieza salobre de sus lágrimas. Sabía que, como él, millones de argentinos estarían llorando en ese instante, incapaces de controlar su dolor, ante la inminente desaparición de la Abanderada de los humildes.
—Elena, ¿podés bajar el volumen, por favor? —dice, sin mirar a su mujer, que permanece inmóvil apoyada en la mesada de la cocina. No quiere ver en los ojos de ella la misma tristeza que le muerde el pecho. Intenta concentrarse en la lectura, pero es inútil, sus oídos están demasiado atentos a las voces que suenan en la radio.
Hace apenas una semana que han podido comprar ese aparato, un Westinghouse de modelo nuevo, que, además de prestigiarlos socialmente, les permite disfrutar mejor de sus programas favoritos. “El parlante es más grande y más potente que los de otras marcas y las válvulas son de las más modernas que hay en plaza” —les había dicho el vendedor. El Glostora Tango Club sonaba como nunca, Blanquita Santos y Héctor Maselli tenían otra voz, Los Pérez García parecían reales.
Esta noche todo es diferente. Sus sentidos están pendientes de la radio, pero no logra concentrarse en la muy buena versión de Cambalache que está cantando Tita Merello. Una voz interior, quizá la de su propio miedo, le dice que algo horrible está por ocurrir. Deja el diario sobre la mesa y se apresura a subir el volumen; de paso, clava los ojos en su reloj de pulsera: son las 21:36. Jamás olvidará esa hora.
La programación habitual se ha interrumpido. Como en un sueño escucha que todas las emisoras del país se integran a la cadena de LRA 1, Radio del Estado. Involuntariamente su mano derecha salta hacia el costado izquierdo de su pecho. Al principio nota que se ahoga, luego un latir apresurado y, como cuando perdió a su madre, siente que su corazón desea detenerse. Entonces se da cuenta de que está por escuchar esa noticia que nunca hubiera querido oír.
Elena, con un repasador retorcido entre las manos, se acerca a pasos lentos, hasta detenerse frente a la radio. Los dos, de pie y ensimismados en sus sensaciones, miran el aparato con respetuoso silencio, como si tuviera vida propia y les estuviera hablando sólo a ellos.
Tras la tela marrón que recubre el parlante, el locutor, con voz grave, les comunica que: “La Subsecretaría de Informaciones de la Nación cumple con el penosísimo deber de informar al pueblo de la República que a las 20:25 horas ha fallecido la señora Eva Perón, Jefa Espiritual de la Nación. Los restos de la señora Eva Perón serán conducidos mañana en horas de la mañana al Ministerio de Trabajo y Previsión, donde se instalará la capilla ardiente”.
Abrazados, comienzan a llorar.
Para los corazones de millones de argentinos fue como si el mundo se hubiera detenido. Lo peor que podía pasar había pasado. Sintieron en sus entrañas que, a partir de ese momento, nada sería igual. Otra vez los invadía la dolorosa sensación de saberse huérfanos y abandonados; los cabecitas negras se habían quedado sin su rubia protectora.
Otra buena parte de la población escuchó la noticia con alivio; la esperaban ansiosos y, al fin, el odio podía estar de fiesta. Había que odiar mucho para bendecir y festejar la muerte. Era ese mismo odio, cargado de vileza y de desprecio que, no hacía mucho, había escrito “¡Viva el cáncer!” en las paredes del Palacio Unzué.
Para los contras ahora sólo faltaba voltearlo a Perón. Sin Evita todo iba a ser más fácil.


También, en ese mismo instante, unas muy pocas personas se sintieron satisfechas. La “Operación Zodiaco” había sido todo un éxito.

 
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Operación Zodíaco: La trama secreta del asesinato de Eva Perón de Horacio Alberto Pérez   Operación Zodíaco: La trama secreta del asesinato de Eva Perón
de Horacio Alberto Pérez

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