EL CUERPO DECAE:
ENFERMEDADES ASOCIADAS CON
EL ESTRÉS
Diversas enfermedades se asocian con un estado crónico
de estrés. Un ejemplo es la tendencia a la hiperglucemia, es decir, a presentar
niveles elevados de azúcar (glucosa) en la sangre. La producción excesiva de la
hormona cortisol durante los periodos de estrés produce un incremento en los
niveles de glucosa. Si dicho aumento persiste, los niveles glucémicos elevados
pueden dar lugar a una diabetes de tipo II, una enfermedad peligrosa y
potencialmente fatal, demasiado común en los últimos años.
Además
de los niveles exagerados de azúcar en
la sangre, el intenso esfuerzo que realiza el sistema
nervioso autónomo durante los periodos de estrés
puede conducirnos a sufrir hipertensión o incluso
arterioesclerosis -endurecimiento de las arterias-
y, en consecuencia, a un mayor riesgo de ataque cardiaco o de accidente
cerebrovascular.
En su artículo The Response to Stress
(La respuesta
al estrés), los doctores Bruce McEwen y
Dean Krahn señalan que, aunque una situación estresante puede mejorar inicialmente la
capacidad encefálica de pensar y
reaccionar, vivir en un estado
constante de estrés (estar crónicamente estresado) puede llevar a lo opuesto; por otra
parte, el estrés crónico causa atrofia
de las células nerviosas en la parte
del encéfalo que controla la memoria. Además, el sistema inmune -sobre el
cual un episodio agudo de estrés
también tiene al principio una
influencia positiva- es dañado o anulado cuando se halla bajo un estrés continuo,
lo que hace a la persona más
susceptible de convertirse en huésped de las enfermedades.