-¿Deseas preguntarme algo?
Creo que me sonrojé al verme descubierto y me limité a girar la
cabeza y seguí tomando el té, el sol ya se ponía en el horizonte y unos rayos de
color naranja invadían el lugar, terminamos y me despedí, en la puerta principal
me esperaba el caballero de frente pronunciada, en su mano una minúscula bandeja
que extendió hacia mí, en ella se encontraba un sobre, lo tomé y salí, dentro
encontré trescientos dólares, regresé a casa con mi mente llena de preguntas y
ninguna respuesta.