Me senté frente a ella, como un niño regañado, la miré y le
dije:
-¿En qué puedo ayudarle?
-Mi esposo, que en paz descanse, poseía una inmensa biblioteca
en la cual existen varios libros de gran valor, tanto económico, como literario,
deseo que usted los organice para mí.
Me quedé atónito al oírla, yo no sabía nada de organizar
bibliotecas, había ido a muchas, sobre todo en mi época de estudiante, pero
nunca me había puesto a pensar cómo debería estar organizada una, así se lo hice
saber.
-No veo cómo puedo ayudarla, la verdad, no tengo ni la menor
idea de organizar bibliotecas, señora.
-Victoria.
-Señora Victoria.
-Victoria a secas.
-De acuerdo Victoria.
-Carlos, para emprender cualquier tarea en la vida no es
necesario conocerla, lo realmente importante es tener la voluntad férrea de
afrontar el camino, de empezar, de querer iniciar la labor e ir aprendiendo
lentamente cuál es la mejor forma de llevarla a cabo, para que al final nos
sintamos felices y orgullosos, no sólo por haber terminado, sino por haber
aprendido algo más en la vida, además, te voy a pagar muy bien, ¿Qué te parecen
unos trescientos dólares al día?