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.16 de octubre de 1996, estaba allí, de pie, intentando
acumular las fuerzas necesarias para dar el paso; era una noche fría, el cielo
negro lleno de estrellas parecía un papel tapiz, no se podía ver a más de dos
metros, la bruma se levantaba lentamente, el mar estaba en reposo como dormido,.
el paso, ese paso que acabaría con mi desespero, mi tristeza, mi dolor; de
repente oigo una voz que salía de la oscuridad, una voz que me dice:
-¿Se demora?
Volteo a ver asustado y mi mirada se cruza con la de un ser de
cabellos grisáceos, ojos verdes, de mediana estatura, parecía un hombre mayor,
su rostro brillaba, no sé si por el reflejo de esa inmensa luna de octubre o
porque sencillamente su piel blanca, casi cristalina, con claros signos de haber
vivido demasiado, expedía un brillo inconmensurable; era un esbelto hombre de
mediana edad con voz gruesa, no muy alto, envuelto en un uniforme verde que en
la espalda se podía leer: "SERVICIO DE RECOGIDA DE DESPERDICIOS", en su mano una
larga y pesada escoba, a su lado un bote lleno de basura, serían las cuatro de
la mañana. Repitió:
-¿Se demora?, es que debo limpiar allí donde usted está, debo
recoger la basura que les pesa demasiado a las personas y la van dejando por
todos lados tirada, no pueden con ella y generalmente no saben que hacer, por
eso la arrojan al suelo sin darse cuenta que la clave no es arrojarla sino
limpiarse de ella, purificarse, y no puedo hacerlo hasta que usted no se
retire.