Le preguntó al Burro por escrito: "Ya que no
está permitido hacer fechorías grandes ni pequeñas,
¿se pueden, al menos, cometer fechorías medianas?" Pero el
Burro le contestó en forma evasiva: "Todas las indicaciones
necesarias, sobre el particular, las encontrará usted en el Reglamento
del bosque". Patudo le echó una ojeada al Reglamento del bosque;
allí se hablaba de todo -de los impuestos sobre las pieles, las setas,
las bayas e incluso las píñas- pero, acerca de las
fechorías, ¡ni palabra! Y más tarde, a sus posteriores e
insistentes requerimientos y fastidiosas demandas, el Burro !e contestaba
siempre del mismo modo enigmático: "¡Proceda con
decoro!"
-¡A qué tiempos hemos llegado! -se lamentaba
Patudo III- Le dan a uno una graduación elevada, ¡y no le indican
con qué maldades la ha de confirmar!"
Y de nuevo pasó fugaz por su mente: "¿Me
marcho o no?" De no haber recordado el montón de dinero que le
aguardaba en la Tesorería para los gastos de Iocomoción y
manutención, ¡seguramente no se habría marchado!