|
|
Páginas
1
2
3
4
5
6
(7)
|
|
Yo conocía aquel tipo de hojas e impresiones. Mi tío Antonio, copista en el scriptorium de un monasterio en Mallorca, me las había mostrado en más de una ocasión. “Fray Francisco, mi hermano en el scriptorium –me decía mi tío–, conoce muy bien el arte de construir las tablillas, fabricar el papel y las tinturas roja, azul y negra, practicar las incisiones en la dura madera de boj y trasladarlas al papel, con la ayuda de la presión de un rodillo”. Mi maestro me enseñó a practicar aquel tipo de impresión, en todas sus fases. El latín y el occitano fueron la materia de sus enseñanzas que, junto con el rudimentario árabe que había yo aprendido en Formentera y el romance de uso habitual en mi casa y con algunos vecinos, me hicieron capaz de comunicarme con amplios grupos poblacionales del entorno en que debería desenvolverme en el futuro. Futuro que ni siquiera intuía yo entonces.
|
|
Páginas
1
2
3
4
5
6
(7)
|
|
Consiga La Nueva Jerusalén de Joaquín Muñoz Romero en esta página.
|
|
|
 |
|