PROLOGO.
El punto de partida de estas reflexiones es la percepción de una
realidad que me trasciende, pero que me incluye. Con naturalidad y sin juicio
previo alguno, percibo la realidad que me rodea. También apercibo mi propio yo,
pero sin desmedro de mi percepción de la realidad que me rodea. Y cuando percibo
ésta última, ello tampoco ocurre en desmedro de mi apercepción de mi propio yo.
Natural y espontáneamente soy capaz de percibir lo uno y de apercibir lo
otro.
Al percibir la realidad que me rodea, mi yo es un dato dado
paralelo, registrado en mi consciencia; y cuando apercibo mi condición
consciente, la realidad que me rodea también lo es. La realidad que me rodea no
es toda la realidad, puesto que yo también estoy en ella. Mi sola consciencia
tampoco es toda la realidad, pues estoy consciente que hay algo más, ahí afuera,
que me rodea. Por eso intuyo que la realidad es lo uno y lo otro; que ella lo es
todo: la realidad que me rodea y mi propio yo.