A cuanto en él nos dice, era
propósito de El Dante hacer un comentario filosófico a catorce canciones. Tal como la crítica ha logrado reconstruir el tratado, a través de las diversas lecciones, sólo tres son las que el poeta ofrece a nuestro gusto, dándolo por terminado en su cuarta parte.
Manifiéstanos el poeta, desde
luego, que su intención no es otra que la de consolarse de sus tribulaciones, ofreciendo a los míseros que no se sientan a la mesa de la ciencia un festín espiritual: la consideración de la dama de sus pensamientos, es decir, la Filosofía, en que ha tomado forma incorpórea aquel su amor primero, que se fue al cielo con la Beatriz de su juventud.
Y apartándose del uso
escolástico que sólo del latín se servía para expresar las disquisiciones puramente intelectuales, emplea el lenguaje vulgar, el toscano de sus compatriotas, en que había de renacer la cultura clásica.