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Durante dos siglos La Cidade de S. Salvador da Bahía de Todos os Santos fue la antigua capital de Brasil, residencia de los gobernadores generales. Erigida en la ladera de un empinado cerro, a orillas de una bahía, su parte más importante se encuentra en la cumbre del cerro y la otra, que comprende en su mayoría las viviendas de los comerciantes, está situada a orillas del mar. La ciudad tiene de norte a sud una extensión de una legua, pero está construida con bastante irregularidad, si bien cuenta con un importante número de edificios imponentes.

La vista desde la bahía es hermosa. La ciudad va trepando por el cerro hasta la cumbre y los edificios alternan con manchones verdes de arbustos, en su mayoría naranjales. La parte alta de la ciudad es la más curiosa. Sus calles no están pavimentadas y encierra grandes campos y huertos que en parte separan los edificios. Sólo la lozanía y la belleza de la vegetación y una magnífica vista suplen esos defectos. Multitud de jardines y plantaciones pueblan los diversos vallecitos en los cuales mis acompañantes pudieron cazar interesantes animales durante sus excursiones, por ejemplo el pequeño sahui con sus blancos penachos de pelo en las orejas, que no encontré en ninguna parte más al sud. En Bahía obtuvieron también una bella lechuza, muy parecida a la europea. No hace mucho, el gobernador, conde Dos Arcos, hizo construir un ancho camino transitable, desde la ciudad baja hasta su palacio. Como allí no hay coches, para subir y, bajar con comodidad esas sendas y calles empinadas en medio de un clima tan caluroso, se emplean en toda la ciudad una especie de sillas de mano o cadeiras, cómodas sillas con baldaquín, rodeadas de cortinas, que son llevadas por dos negros. Sin ellas difícilmente se podría ir a parte alguna ya sea bajo el ardiente calor del sol o bajo la lluvia, tiempo que deja imposibles las calles sin empedrado. En la ciudad alta hay una cantidad de conventos e iglesias, algunas magníficas. Además, se destacan la ciudadela y el palacio de los gobernadores, muy notable, con su plaza de armas. En esta parte superior se celebran las reuniones de los diversos tribunales y colegios reales. Existe allí también un gimnasio donde se enseña el latín y el griego, filosofía, retórica, matemática, etc., y una biblioteca pública con sus 7.000 volúmenes, con la cual el gobernador conquistó grandes méritos. En ella se encuentran ya obras recientes de todas las ramas de la ciencia. Esta biblioteca funciona en el viejo colegio de los jesuitas. Sin embargo, fue una pérdida significativa que los escritos de esa orden no fueran valorados debidamente y se desperdiciaran. Los méritos del gobernador, tan estimado en general, son demasiado conocidos como para pasarlos por alto. Este ministro empleó el tiempo de su mandato en obras para beneficio de la provincia. Familiarizado con las lenguas e instituciones de países extranjeros y por sus viajes a las diversas provincias de su propio país, el Brasil, este ilustre ministro, infatigable en su labor en pro de todo lo bueno, encontró múltiples ocasiones para poner orden y ejecutar mejoras. Venerador y protector de las ciencias y de las artes, las patrocinó y les dio estímulo con tenaz preocupación. Trató a los viajeros extranjeros con distinción y éstos pudieron contar confiados con su apoyo. Hizo fundar una imprenta para libros y una fábrica de vidrio, embelleció la ciudad mediante paseos públicos y otros recursos y para beneficio de la biblioteca pública instauró una lotería cuyo producido está destinado a acrecentar las colecciones de libros. En el Passeio Publico hizo plantar el auténtico quino del Perú. Diversas especies vegetales europeas y de otros lugares llaman allí la atención del botánico, entre otros el sauce llorón, que crece hermoso y corpulento. En cambio, el quino de Santa Fe de Bogotá parece no prosperar muy bien en esa tierra, porque tal vez no sea la más adecuada a la naturaleza de este árbol. Allí mismo puede apreciarse un obelisco erigido para conmemorar la visita del actual rey.

 
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En la antigua capital Bahía de Maximilian Zu Wied   En la antigua capital Bahía
de Maximilian Zu Wied

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