Desde lo alto de la parte superior de la ciudad la vista es de una insuperable belleza. La orgullosa bahía se muestra como un liso y tranquilo espejo. Cerca de la costa están fondeados algunos barcos y otros con su velamen desplegado avanzan hacia tierra o enfilan hacia el océano y a manera de saludo disparan sus cañones; a lo lejos se divisa la isla Itaparica, y en derredor un anfiteatro de pintorescas montañas presta marco a la fascinante escena. Además de los paseos públicos se proveyó también a la diversión de los habitantes de la ciudad alta mediante la fundación de una casa de comedias. Lamentablemente, el edificio es de un estilo anticuado, más pequeño que el de Río de Janeiro y, por otra parte, lo desfiguran los pequeños y puntiagudos obeliscos del techo.
Bahía cuenta con treinta y seis iglesias y muchos conventos, lo cual permite colegir la cantidad de religiosos y frailes que viven allí. Las monjas de algunos conventos se especializan en la confección de hermosas flores con las plumas de vivísimos colores de las diferentes especies de aves del país, que suelen vender a los extranjeros.
En la parte baja de la ciudad, que comprende sólo unas pocas calles largas paralelas a la angosta ribera, se encuentran las tiendas, los depósitos y despensas de los comerciantes, una nueva bolsa, obra que se debe al celo del conde Dos Arcos, el arsenal y los astilleros donde actualmente se está terminando una fragata. Los barcos construidos en Bahía gozan de excelente prestigio porque los bosques del Brasil proveen las más variadas especies de excelentes maderas de construcción. Un comercio activo da vida a esta ciudad. Los productos del sertao son enviados desde su puerto a todas las partes del mundo, razón por la cual se encuentran en él barcos de todas las naciones. Los paquebotes mantienen un contacto ininterrumpido con Portugal y Río de Janeiro, pues estos rápidos navíos realizan la travesía en el tiempo más corto posible. Los vecinos habitantes de la costa del Brasil traen sus productos a la Capital y los truecan por otras cosas que les son necesarias o productos de países extranjeros. A través de estas actividades, Bahía se elevó muy pronto a la categoría de ciudad importante, que por sus proporciones superaría a Río de Janeiro. Se puede deducir el rápido desarrollo de esta ciudad si se tiene en cuenta que en 1581 no tenía sino 8.000 habitantes, en tanto en todo el Reconcavo no se contaban más que unos 2.000 habitantes, cifra que no incluye negros ni indios. En la actualidad, Bahía tendría más de 100.000 almas.