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En ese momento, Nico observó profundamente la mirada de Ignacio y presintió con claridad que estaba preparando una burla para decir jocosamente cuando él terminara su relato.
Nico hizo una pausa que pareció eterna y exclamó con tono lúgubre y firme:
?¡Lo peor! Cuando entraba recién al cole, escuché de nuevo esa voz y? ¡Ah! ¡Ahí está el Viejo! ?gritó desaforadamente con cara de horror señalando atrás de Ignacio.
Todos dieron un salto y se pusieron blancos de miedo al ver que un hombre mayor de mal aspecto y cara agria se encontraba parado en el pasillo. Nico empezó a reír a carcajadas.
?Él es el nuevo portero del cole y se llama Pedro ?explicó sin poder parar de reírse.
Lo que no aclaró a sus compañeros, que también empezaban a reírse aliviados, fue que toda la historia había sido verídica y que no era la primera vez en su vida que le pasaban cosas extrañas. Nico había convivido con este tipo de sucesos: voces difusas, presentimientos, imágenes inentendibles, pero los tomaba con normalidad sin buscarles mucha explicación. La única persona a la que le confiaba todo era su amiga de toda la vida, Catalina. Ella le aconsejó que no contara a nadie lo que le pasaba, ya que había escuchado que a un tío lejano que oía voces lo habían internado en un loquero. Nico recordaba la advertencia de Catalina pero, aunque le hacía caso, mucha importancia no le daba. Los padres advirtieron en varias oportunidades hechos algo extraños, pero también los tomaban con normalidad y siempre los asociaban a la casualidad y a la enorme imaginación e intuición de Nico.
Estudiando poco, su desempeño escolar fue muy bueno ese año y el siguiente, aunque siempre quedaba la sensación de que podía dar mucho más. Su fuerte eran los exámenes orales, en donde con escaso estudio generalmente sacaba diez. Las respuestas venían a su mente casi mágicamente y las expresaba en forma muy precisa. Sus compañeros lo cargaban por esto, ya que él siempre decía que casi no había estudiado y después sacaba notas altas.
El tercer año de la secundaria sería inolvidable para él. Tuvo su primera noviecita, Sofía, y con ella su primer beso. Era una compañera del curso, morocha de ojos rasgados verdes y muy simpática. Catalina estaba celosa por la presencia de Sofía y siempre que podía aprovechaba para criticarla ferozmente.
A Nico le gustaba Sofi desde hacía mucho tiempo, pero por vergüenza no se animaba ni a hablarle. En una fiesta del curso, los chicos jugaban a un viejo juego llamado Verdad o Consecuencia. En este juego, las chicas y los chicos tenían que elegir entre una opción u otra. Si elegían la Verdad, no debían mentir en su respuesta, y si optaban por la Consecuencia, no podían negarse a hacer lo propuesto por sus compañeros, lo cual siempre era una prenda traumática.
Durante ese juego, Francisco le preguntó a Sofía:
?¿Es verdad que te gusta Juan?
?¡No!? (((Me gusta Nico?))) ?respondió colorada Sofi.
Nicolás no podía creer lo que había escuchado y se sonrojó. Al otro día le comentó a Francisco:
?No puedo creer lo que dijo Sofi, casi me muero?
?¿Y qué tiene? Se lo pregunté a propósito para molestarlo a Juan ?aclaró Fran riéndose.
?Eso ya lo sé, pero cuando dijo que gustaba de mí, no lo podía creer ?confesó avergonzadamente.
?¡Si no dijo eso! ¿Estás loco? Eso hubieses querido escuchar. ¡Es linda Sofi! ?aclaró con tono de cargada Francisco.
?¡Sí lo hizo! ¿No lo escuchaste??
?No, no lo dijo. Estoy seguro. Lo imaginaste porque te gusta ?continuó burlándose Fran.
?¡Yo no dije eso! Pero la verdad? ¡sí lo pensé! ?interrumpió Sofía que había escuchado toda la conversación y lucía roja de la vergüenza.
Después de un complicado silencio, sonó la campana y todos aprovecharon para escaparse. Ese fue el comienzo de la primera relación sentimental de Nico.

 
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Índigo - Mentes en juego de Gonzalo Guma   Índigo - Mentes en juego
de Gonzalo Guma

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