Pareciera que Juan Carlos Ghiano (1920) poeta, prestigioso ensayista y crítico de literatura argentina e hispanoamericana, ha hecho de la narrativa y el teatro sus géneros predilectos. En 1954, con La puerta del río, inaugura una importante y sostenida producción teatral en la que los tonos y temas del tango, el sainete y el grotesco adquieren nueva modulación y perspectiva, como en Narcisa Garay, mujer para llorar, Anteayer o Corazón de tango, la primera de las cuales hemos seleccionado, por su significación y resonancia, para integrar este tercer y último volumen dedicado al teatro independiente, cuyo ciclo se cierra, simbólicamente, con la desaparición de Nuevo Teatro en 1970. El campo es la otra obra elegida, como representante de la nueva vanguardia que se desarrolla durante la década del sesenta. Su autora, Griselda Gambaro, había estrenado su primera obra, El desatino (1965), en el Instituto Di Tella. Iniciaba así una producción teatral donde la dolorosa y absurda realidad contemporánea se encarna en atmósferas y sobrecogedora pesadilla.
 Ir al inicio
|
Reseña del libro
