No
existe un término semejante a "rioplatense", que designe a un
escritor cuyo paisaje literario -a la vez que su vida- transcurran
entre Argentina y Chile. Si existiera debería ser aplicado a Manuel
Rojas, autor de Hijo de Ladrón.
Rojas
provocó un gran revuelo en el mundillo literario cuando en 1951
publicó este libro, novedoso en su estructura, que presenta distintas
escenas de una vida que el lector va conociendo en orden no
cronológico.
Mas
allá de lo formal, el estilo de Rojas es sencillamente cautivante
así como su protagonista: integrante de una casta de ladrones que ya no
existe y parte de esa familia de viajeros de la literatura que se pasean por los
libros de Hamsun, Dos Passos y Kerouac.
Vale la
pena pensar un gentilicio para este valioso argentino-chileno. Hasta que
encontremos uno deberemos llamarlo:
"escritor".