Pensamiento rápido es un registro
idóneo y vertiginoso, voraz y continuo de diversas -y muchas veces
contradictorias- versiones de la realidad. Como en todos sus libros anteriores,
Tomás Abraham pone en aprieto supuestos y convenciones de la filosofía y de
otras disciplinas afines y no tanto.
En éste, sin embargo, más que nunca, desafía cualquier
limitación o tiranía de los géneros y arma un sistema de ataque a los temas que
la permanencia parece expulsar y la actualidad disimular.
Mezcla brusca y agilísima de periodismo y ensayismo en sus
modalidades más dignas, aguda percepción de los hechos a velocidad de zapping,
asimilación tan apta para la certeza profética como para la admisión del error,
Tomás Abraham se muestra en Pensamiento rápido en dos vertientes: el
cazador de costumbres y el ensayista negro. En la primera, la sociedad argentina
se compone y descompone en escenarios en los que despliegan sus habilidades
políticos, economistas, psiquiatras de las más rara especie y distinguidos
miembros de la pastoral nacional. El decorado mediático es su ámbito
privilegiado.
En el ensayo negro, Tomás Abraham narra las ideas y las
inscribe en una historia o en una vida. La visión de Gombrowicz sobre el
aburrimiento como estrategia para des-enamorarse; el peso de la literatura de
Albert Camus en un joven suizo que tiene riesgos de tabaquismo luego de leer
El Extranjero; los cruces entre Deleuze y Foucault; la epopeya religiosa
del navegante Vito Dumas o los recorridos de Régis Debray, le sirven para
rechazar lo evasivo o lo obvio de la crítica culturalmente correcta.
A la perspectiva imprevisible, directa -y a veces hasta
violenta- que el autor de Pensamiento rápido adopta en estos artículos
escritos en su mayoría cuando el acontecimiento aún estaba caliente, hay que
agregar otros antídotos de la solemnidad y la circunspección: el humor y la
ironía.
Gracias a éstos, Tomás Abraham crea un contexto de vivacidad y
potencia que acepta lo banal y efímero como ingredientes, en un medio de falsa
profundidad y trascendencia habitado a menudo por la nostalgia y la
queja.