Dramas de pasiones fuertes en los que se amalgaman, en extraña síntesis, el dolor humano y la voz profunda de la tierra, dramas de amor y de muerte en que las criaturas, conducidas por una mano ciega e implacable, van a enfrentarse con su propio destino. Los personajes de María Mercedes Levinson son seres que sufren y se torturan, movidos por fuerzas elementales, amor, odio, ambición. Y sobre ellos actúa, inapelable, imponiendo su ley, el medio en que se agitan. Un farol, un cafetín, una prisión, las aguas turbias del Riachuelo, la milonga, no son solamente, en "Lulio Riestra ha muerto", un telón de fondo, sino parte consubstancial de tres vidas que no podrían existir sin ellos. ¿Y podrían acaso explicarse y hallar su justificación los personajes de "Tiempo de Federica" sin esa selva que los aprisiona e imprime en sus carnes y en su alma su grito salvaje?
Eximia cuentista, laureada con los más altos galardones, Luisa Mercedes Levinson irrumpe en el ámbito teatral con seguro dominio del oficio, con un arte que cautiva por su intensidad y su patetismo, y se ubica resueltamente entre los valores más notables de la dramática nacional.
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