Habia una vez una niña que observaba con ojos ávidos el mundo de los adultos desde un lugar privilegiado: el de la curiosidad y la inteligencia.
Al resguardo del paso del tiempo, Magdalena Ruiz Guiñazú recupera esos años intensos de nuestro país, del mundo y de su vida privada: la infancia, la juventud, los hijos, los nietos. A través de la memoria minuciosa (como si desde niña hubiera sido una cronista atenta), se convierte en testigo de una época, de una clase. De la naturaleza y los paisajes.
Este libro reune columnas publicadas entre 1979 y 1995. Sus reflexiones son vías de conocimiento. A veces hasta los pequeños hechos suscitan sus apuntes: los veranos pasados y presentes; el sagrado automóvil oficial con chofer y teléfono que su padre-canciller le prohibía usar; la Navidad en Stuttgart; París y Nueva York. Una desbordante actividad profesional: Grecia, Sicilia, Babilonia, El Cairo. Y otra pasión: los mitos del cine, Ginger y Fred, Bergman, Fellini, que transitan por estas páginas al igual que la aventura de la música y de los libros preferidos: Verne, Salgari, Graham Greene. Y los grandes sucesos que conmovieron al mundo: Auschwitz, Dachau, el día "D". Y Magdalena, en su historia de niña burguesa, se asoma también al 17 de octubre y a la trágica historia de Eva Perón.
En los tonos más variados, desde el encantamiento hasta la alegría inesperada, pasando por la tristeza serena, vemos transcurrir la vida en sus maravillosas descripciones de infancia; con la emoción de una pasado que ya no volverá; en las permanentes preguntas frente a la propia existencia, Magdalena busca la Historia inasible, la belleza y el horror en la alegría de los amores y la sabiduría de la madurez
Recupera esos años intensos de nuestro país.
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