Las memorias de este imaginario capitán Vermejo cobran así una fuerza de realidad que hace olvidar la ficción del relato, prestándole tono y color de documento auténtico. El protagonista, un esforzado oficial de Granaderos a Caballo, evoca, con la espontaneidad de un testigo ocular, episodios de su adolescencia en el viejo Real Colegio de San Carlos. Luego actúa, ya joven oficial, en momentos dramáticos de la conjura del año 12, junto a Rivadavia y a Pueyrredón, para aparecer más tarde como encargado de una misión destinada a facilitar la entrevista de Yatasto entre San Martín y Belgrano.
Con mano que no vacila, el autor ha construído un personaje siempre fiel a sí mismo: intrépido, pundonoroso, batallador y quijotesco, que sostiene "ocho duelos sin motivos" al pasar y repasar los Andes cumpliendo órdenes del Libertador, y que asiste en Lima a la trágica muerte de Monteagudo.
El oficial de Granaderos a Caballo ha ganado fama de valiente, de leal, de espadachín arrojado, cuando la suerte lo envuelve una vez más en ese juego de vida y muerte que parece ser el clima adecuado para su idiosincrasia de paladín. Es ahora la conspiración de Maza, bajo el signo de la dictadura rosista. El capitán Vermejo, en cuya argentinidad muestra el autor el vertiginoso proceso de adaptación que en nuestra tierra viven los hijos de extranjeros, reedita los antecedentes que han vuelto legendaria su temeridad, batiéndose con denudeo contra la Mazorca e imponiendo, en este postrer episodio, el ingenio, la astucia y el coraje que le son proverbiales.
Ir al inicio
|