No es una mera erudición de monografía académica lo que me
lleva a rastrear minuciosamente la historia de las ideas remontándome hasta el
siglo XVIII y en algunos casos más atrás, incluso hasta la Antigüedad clásica;
con ello me propongo mostrar que lo que se presenta hoy como post sólo es
un pre. Jurgen Habermas, en los párrafos elegidos como epígrafe, sostiene
que los posmodernos no hacen sino renovar los vicios ataques del
prerrornanticismo y del romanticismo del siglo XIX a la Ilustración y al
Iluminismo.
Es curioso que esta corriente de pensamiento tenga su centro de
difusión en París y sus principales representantes se consideren pensadores de
avanzada, de izquierda, rebeldes y hasta revolucionarios, pero su fuente de
inspiración es la vieja filosofía alemana de la derecha no tradicional. También
Habermas observó la paradoja de que, cuando, por primera vez y como consecuencia
de la derrota del nazismo, el pensamiento alemán abandonó sus tendencias
antioccidentales y aceptó abiertamente el racionalismo y la modernidad, le llegó
desde París, presentado como la última novedad, el retorno de las ideas
autóctonas de las que trataba de alejarse. Los alemanes debían ahora volver a
leer a Nietzsche y a Heidegger, traducidos del francés.
De otros autores alemanes en cambio no se habla ahora, pero la
deuda no es por eso menor, tal el caso de Spengler, que predijo cincuenta años
antes que los posmodernos la decadencia de Occidente. Fue también el primero en
disgregar la unidad y la universalidad de la historia en círculos cerrados e
incomunicables, como luego harían los estructuralistas y los culturalistas.
¿A qué se debe esta extraña trasmutación del pensamiento
reaccionario en revolucionario, de la derecha en izquierda, de lo represivo en
supuestamente liberador? Para explicarnos este fenómeno de la filosofía
contemporánea es preciso remitirnos a la coyuntura política de donde surgió. No
es un puro azar que uno de los hombres claves de esta manera de pensar, Claude
Lévi-Strauss, después de una larga carrera académica más bien oscura, haya
conocido sus primeros éxitos masivos entre 1956 y 1958, años del comienzo del
derrumbe del mito stalinista, tras el informe Krushchev en el XX Congreso, y el
principio de la disolución del bloque llamado "socialista" con las rebeliones
polaca y húngara.