A
Abelardo.- Es inútil tener la más
mínima idea acerca de su filosofía, e incluso conocer el título de sus obras.
Hacer alusión discreta a la mutilación que Faulbert operó en él. Tumba de Eloísa
y Abelardo: si se os demuestra que es falsa, exclamad: "¡Me quitáis mis
ilusiones!".
Abnegación.- Quejarse de que los demás
no la posean. "Somos muy inferiores al perro en este aspecto."
Abogados.- Demasiados abogados en la
Cámara de Diputados. Formulan apreciaciones torcidas. Decir de un abogado que
habla mal: "Sí, pero sabe mucho Derecho".
Absalón.- Si hubiera llevado peluca
Joab no habría podido matarlo. Nombre chistoso para darle a un amigo
calvo.
Academia Francesa.- Denigrarla, pero
tratar de ingresar a ella si se puede.
Aceite de Oliva.- Nunca es bueno. Hay
que tener un amigo en Marsella para que os envíe un tonelito.
Accidente.- Siempre deplorable o
molesto (como si nunca se debiera considerar una desgracia como algo
divertido...).
Actrices.- La perdición de los hijos de
buena familia. Son de una lubricidad pavorosa, se dedican a las orgías,
derrochan millones, terminan en el hospital, ¡Perdón! ¡Hay algunas que son
buenas madres de familia!
Adioses.- Poner lágrimas en la voz al
hablar de los adioses de Fontainebleau.
Adolescente.- Siempre se debe comenzar
un discurso de entrega de premios por "Jóvenes adolescentes..." (lo que resulta
un pleonasmo).
Aduana.- Uno se debe rebelar contra ella y defraudarla.
(V. oficina de consumos).