https://www.elaleph.com Vista previa del libro "Margarita Chauveley" de Eduardo Cadol (página 2) | elaleph.com | ebooks | ePub y PDF
elaleph.com
Contacto    Sábado 27 de abril de 2024
  Home   Biblioteca   Editorial   Libros usados    
¡Suscríbase gratis!
Página de elaleph.com en Facebook  Cuenta de elaleph.com en Twitter  
Secciones
Taller literario
Club de Lectores
Facsímiles
Fin
Editorial
Publicar un libro
Publicar un PDF
Servicios editoriales
Comunidad
Foros
Club de lectura
Encuentros
Afiliados
¿Cómo funciona?
Institucional
Nuestro nombre
Nuestra historia
Consejo asesor
Preguntas comunes
Publicidad
Contáctenos
Sitios Amigos
Caleidoscopio
Cine
Cronoscopio
 
Páginas 1  (2)  3  4  5 
 

-¿Una cuestión, de honor ? -repetía . ¿Habré cometido esta noche algún desaguisado?

No podía ser, pues todo había pasado en la mayor armonía... ¡Ah! tal vez alguno de esos caballeros, sus amigos, venia para pedirle que le apadrinase en su desafío... Y esto le pareció al Marqués muy interesante.

-Corre, Bautista; descorre las cortinillas que pueda yo leer el nombre que hay impreso en esta tarjeta.

Pasó por ella los ojos y exclamó con una gran sorpresa:

-¡Enrique de Luc! ¡Cómo! ¡Está en Francia y tiene un desafío!... Arregla un poco esto, Bautista, y hazle entrar... ¡Pronto!

Salió el doméstico y volvió a poco acompañando a un joven de excelente presencia, de amable y elegantes maneras y con unos ojos llenos de profunda inteligencia. Saludó al Marqués con una franca sonrisa, diciendo, mientras estrechaba su mano:

-¿Dormías?... Lo siento mucho.

-No vale la pena... -dijo el Marqués, ya enteramente despierto. -Siéntate y dime lo que te trae. Mas antes dame algunas noticias tuyas; ¿cuándo regresaste?

-Hará unos seis meses.

-Me han dicho que vienes ahora de China.

-De Yokohama, donde he pasado dos años como agregado de embajada.

-¿Y cómo no te he visto en estos seis meses?

-Ha sido necesaria esta circunstancia... enfadosa, para que yo descubriese tu casa.

-En realidad -repuso el Marqués cambiando de tono -lo mejor será que hablemos antes de tal asunto. ¿Conque, quieres batirte?

-¿Batirme? -dijo Enrique riendo No se trata de eso.

-Tú has hablado de una cuestión de honor...

-Referime a una deuda de juego.

-¿Juegas tú?

-¡Nunca!

-Entonces, te confieso que no lo entiendo -exclamó el Marqués frotándose de nuevo los ojos como dudando de si 'estaba realmente despierto.

-Sin embargo, es muy sencillo - repuso el joven Luc. -Tengo en París a un primo, a quien sus padres enviaron aquí para que aprendiese a vivir. Es socio de tu círculo y esta noche ha tenido la bondad de concederle crédito por unos doce mil francos.

-Es verdad, es verdad; te refieres a Enrique de Montreul. No sabia que fuese tu primo. Tanto mejor; es un buen muchacho.

-Aunque algo imprudente - añadió Luc. -Ha venido a verme esta mañana todo apesadumbrado, para contarme su malaventura. Yo no tenía en casa bastante dinero; pero al saber que su acreedor era un antiguo amigo mío, sin decirle nada, he decidido venir a verte... Toma estos ocho mil francos; yo te respondo de lo demás, que pondré en tus manos antes de cuarenta y ocho horas, sea que su padre me mande dinero, sea que mi -cobrador haya tenido tiempo de traerme esta suma.

¡Bah! -repuso el Marqués. -No te molestes por semejante tontería.

 
Páginas 1  (2)  3  4  5 
 
 
Consiga Margarita Chauveley de Eduardo Cadol en esta página.

 
 
 
 
Está viendo un extracto de la siguiente obra:
 
Margarita Chauveley de Eduardo Cadol   Margarita Chauveley
de Eduardo Cadol

ediciones elaleph.com

Si quiere conseguirla, puede hacerlo en esta página.
 
 
 

 



 
(c) Copyright 1999-2024 - elaleph.com - Contenidos propiedad de elaleph.com