Adolfo repuso:
-No sé bien... Creo que cuarenta años.
-¡Cuarenta años! -exclamó Coca. -Pues se lo dejo a Laura.
Arreglando la casa para recibir la visita anunciada, Laura y Coca conversaban y se divertían a costa del candidato todavía desconocido...
-Es preciso que usemos de todas nuestras armas, decía riéndose Coca, para vencerlo y que quede en casa, contigo, y si tú no quieres o no puedes, aunque sea conmigo... Dime, Laura, y que harás tú para conquistar a ese don Mariano?
-¿Yo? -contestaba distraída y complacientemente la hermana mayor. - Lo que tú quieras. Le pondré ojitos tiemo... le diré palabras dulces...
-¡Qué mala idea! ¡Cómo se ve que no conoces a los hombres!
- Y tú, ¿los conoces acaso?...
-Por lo menos sé que deben ser tratados enérgicamente para que se los venza y domine... ¡Con ojitos tiemos, con palabras dulces, poco ha de hacerse!...
Laura miro sorprendida a su hermana, diciéndole irónicamente:
-Habrá que tratarlos a rebencazos...