I
Yo entré en Gerona a principios de Febrero, y me
alojé en casa de un cerrajero de la calle de Cort-Real. A fines de Abril
salí con la expedición que fue en busca de víveres a Santa
Coloma de Farnés, y a los pocos días de mi regreso, murió a
consecuencia de las heridas recibidas en el segundo sitio aquel buen hombre que
me había dado asilo. Creo que fue el 6 de Mayo, es decir, el mismo
día en que aparecieron los franceses, cuando al volver de la guardia en
el fuerte de la Reina Ana, encontré muerto al Sr. Mongat, rodeado de sus
cuatro hijos que lloraban amargamente.
Hablaré de los cuatro huérfanos, que ya lo eran
completamente por haber perdido a su madre algunos meses antes. Siseta, o como
si dijéramos, Narcisita, la mayor en edad, tenía poco más
de los veinte, y los tres varoncillos no sumaban entre todos igual número
de años, pues Badoret apenas llegaba a los diez, Manalet no tenía
más de seis, y Gasparó empezaba a vivir, hallándose en el
crepúsculo del discernimiento y de la palabra.